El océano sigue siendo uno de los lugares más vastos, misteriosos e impresionantes de la Tierra. Por desgracia actualmente se ve muy amenazado por la contaminación humana en la tierra y por causas naturales. Anteriormente se pensaba que debido al gran tamaño y profundidad del océano, los efectos de arrojar basura y desperdicios en el mar sólo tendrían consecuencias mínimas. Pero ya hemos visto que pensar así fue una gran equivocación. Los derrames de petróleo, de desechos tóxicos y plásticos flotantes, entre otros factores, han estado contribuyendo a la contaminación del océano.
A continuación te presentamos 20 datos interesantes sobre este peligroso fenómeno:
El plástico es el elemento de desecho más común que encontramos en el océano. Es perjudicial para el medio ambiente ya que no se descompone fácilmente y con frecuencia es confundido por los animales marinos con posibles alimentos.
La mayor fuente de contaminación oceánica proviene directamente de fuentes terrestres, como el aceite, la suciedad, los tanques sépticos, granjas, ranchos, vehículos de motor, entre otras. Cada día se vierten miles de toneladas de residuos y basura en nuestros océanos.
Más de un millón de aves marinas y cien mil mamíferos marinos mueren por la contaminación del océano cada año. Trescientos mil delfines y marsopas mueren cada año como resultado de quedar enredados en redes de pesca desechadas, entre otros artículos.
A pesar de que gran parte de la basura y los desechos vertidos en el océano se libera a cientos de kilómetros de distancia de la tierra, afecta la vida marina en las playas y zonas costeras.
En el interior del Océano Pacífico existe una isla de basura de dos veces el tamaño de Texas. El Giro del Pacífico Norte en la costa de California es el sitio de basura oceánica más grande de todo el mundo. El número de piezas de plástico que flota supera a la vida marina total seis a uno en las inmediaciones.
El petróleo es la fuente más rápida de deterioro para el océano, al ser mucho más perjudicial que la basura y los residuos. Sin embargo sólo un pequeño porcentaje del petróleo vertido proviene de derrames de petróleo reales, la mayor parte es resultado del drenaje de la tierra. Los derrames de petróleo sofocan la vida marina hasta la muerte y conduce a cambios en el comportamiento. En esencia, cambia todo el ecosistema de una zona afectada, ya sea en una larga línea costera o en el océano profundo.
Los metales tóxicos pueden destruir la bioquímica, el comportamiento, la reproducción y el crecimiento de la vida marina.
Los desechos plásticos pueden absorber sustancias químicas tóxicas que contaminan los océanos, por tanto pueden envenenar a cualquier criatura que los coma. De hecho la contaminación por plástico es una de las amenazas más serias para el océano. El plástico no se degrada, en su lugar se rompe en pedazos cada vez más pequeños, pero nunca desaparece. Plantea una amenaza significativa para la salud de las diversas criaturas marinas y para todo el ecosistema marino.
No todas las fuentes de contaminación en el océano provienen del petróleo, la basura y los desechos sólidos. El vertido de residuos radiactivos de reactores nucleares, de metales pesados y ácidos, y el drenado de las aguas residuales también son fuertes contribuyentes a la contaminación. Miles de millones de toneladas de desperdicios terminan en el océano cada año. Esto ha llevado a una pérdida gradual de la vida marina y un aumento en el número de especies en peligro de extinción.
Las aguas residuales conducen a la descomposición de la materia orgánica, que a su vez conduce a un cambio en la biodiversidad. Incluso si el ecosistema del océano no se destruye por completo, sí puede cambiar drásticamente.
El drenado de fertilizantes provoca un rápido aumento o acumulación en la población de algas, esto agota el contenido de oxígeno en el agua y por tanto afecta la vida marina.
Los animales pequeños ubicados en la parte inferior de la cadena alimenticia absorben los productos químicos como parte de su comida. A su vez estas criaturas son el alimento de otros animales más grandes, aumentando así la concentración de productos químicos en su cuerpo. Como resultado los animales en la cima de la cadena alimenticia tienen niveles de contaminación mucho más altos que el agua en la que viven.
A menudo las personas se enferman fácilmente por el consumo de mariscos contaminados, algo que puede causar condiciones graves de salud, desde el cáncer hasta daños en el sistema inmunológico.
Cuando no se elimina correctamente la basura, como botellas de plástico, latas de aluminio, zapatos, material de embalaje, etc. y se arrojan al mar, pueden regresar a las orillas contaminando las playas y afectando la industria del turismo local.
El agua salada del océano tiene la capacidad de mover los contaminantes desde el mar hacia la costa, pozos de agua dulce y aguas subterráneas.
Los productos químicos de las industrias y minas también pueden llegar al océano mediante actividades que se realizan en tierra. Pueden filtrarse a través del suelo, el agua o la tierra, ya sea durante su fabricación, su uso o fugas accidentales.
Debido a que el 70% de la tierra está cubierta de agua, las personas suponen que todos los contaminantes se diluyen y se desaparecen. Pero en realidad no lo hacen, y sus efectos se pueden ver a simple vista una vez que han entrado en la cadena alimentaria.
Hasta 1970, los productos químicos y la basura eran arrojados deliberadamente en los océanos. Esto se convirtió en una práctica común para la eliminación de todo, desde pesticidas hasta residuos radiactivos, suponiendo que se disolverían hasta alcanzar niveles seguros.
En varias partes del mundo, incluyendo el Golfo de México y el Mar Báltico, la eutrofización ha creado enormes zonas muertas.
Hasta el día de hoy, en muchas partes del mundo se arrojan las aguas residuales en el océano, sin tratamiento alguno. Las consecuencias de esta práctica a largo plazo serán graves e irreversibles efectos sobre la vida marina y humana.