Olivo de Santa Helena

Descripción. En 2002, el olivo de Santa Helena se encontraba extinto en el medio silvestre y solo persistía precariamente como una especie cultivada. Lamentablemente desde entonces estos cultivos han muerto, provocando que la especie esté totalmente extinguida. Este olivo es un árbol relativamente bajo, con numerosas ramas y corteza de color marrón oscuro a negro. Las hojas de color verde oscuro tienen las puntas con curvas muy pronunciadas y presentan pelos en la superficie inferior pálido. La inflorescencia se ramifica y no se levanta por encima de las hojas, mostrando numerosas flores de color rosa pálido durante la temporada.  Los frutos son cápsulas duras y leñosas que miden entre 1 y 2 cm de largo, que al madurar se separan y revelan las semillas triangulares de color negro brillante en el interior. Esta planta puede alcanzar una altura de hasta 4 m, mientras que sus hojas tienen una longitud de 5 a 8 cm, con un ancho de 2 a 3.5 cm.

Reino: Plantas
Phylum: Traqueófitas
Clasificación: Magnoliopsida
Orden: Rhamnales
Familia: Rhamnaceae
Género: Nesiota

olivo de santa helena

Biología. Poco se conoce sobre la ecología natural del olivo de Santa Helena, pero se sabe que el tiempo de floración ocurre de junio a octubre. Se cree que la polinización se produce a través de la mosca endémica Loveridgeana beattiei y que los frutos tardan un año para madurar.

Distribución. Endémica de la remota isla de Santa Helena en el sur del Océano Atlántico, esta especie se hizo muy poco frecuente en el siglo 19. Se creía entonces que se había extinguido, hasta que un árbol fue encontrado en 1977, pero murió en 1994. Actualmente la especie se ha extinguido de la naturaleza. A pesar de los intentos tenaces para cultivar esta planta, el éxito fue limitado y en 2004 el olivo de Santa Helena finalmente desapareció.

Hábitat. Antiguamente se encontraba en los puntos más altos de la cordillera oriental central de la isla Santa Helena.

Estado. Clasificada como Extinta (EX) en la Lista Roja de la UICN.

Amenazas. La isla de Santa Helena fue una vez el hogar de una impresionante variedad de flora y fauna endémica, que se desarrolló allí en aislamiento. Los seres humanos han estado explotando los recursos de la isla desde hace más de 450 años, destruyendo gran parte de la vegetación nativa a través de la deforestación, para la extracción de madera, la agricultura y el pastoreo de cabras introducidas. En este caso la característica de auto-incompatibilidad representaba un serio problema para un árbol confinado a un área tan pequeña, de ahí que el tamaño de la población se vio limitado a lo largo de la historia.

Conservación. Aunque las plántulas demostraron ser extremadamente difíciles de cultivar, se logró realizar un corte exitoso a partir del último árbol silvestre que murió en 1994. La Unidad de Propagación de Plantas Endémicas en Escocia, ahora conocida como la Sección de Conservación del Medio Ambiente, logró cultivar un árbol de dos metros de altura, sin embargo, murió en 1997. Dos plantas de semillero fueron extraídas y plantadas en el jardín Oficial de Conservación en Pounceys, en 1995, y así sucesivamente con otros cultivos logrados en similares condiciones, pero desafortunadamente al ser trasplantados lograban sobrevivir poco tiempo. Finalmente en 2004, cuando murió el  último olivo de Santa Helena, esta especie había desaparecido completamente de nuestro planeta.

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